Tuesday, May 3, 2016

La importancia del pensamiento crítico


La manera ideal de visualizar una reunión: reconocer
el lugar de la pieza de cada uno en el rompecabezas.

Se necesita serenidad para pensar. Las emociones tampoco nos dejan pensar bien.
Esto recuerda mis argumentos al intentar intervenir en los comités de revisión curricular en la universidad. Otrora la universidad era un lugar de investigación académica. Últimamente es un lugar de preparación para la vida. 
Ello implica que la universidad debe preparar al estudiante para saber llevar las cuentas del hogar. Por ejemplo, más de un médico es torpe en el manejo de su dinero y termina endeudado sin necesidad y los pacientes pagan las consecuencias. 
El país paga las consecuencias porque los ciudadanos trabajan más para pagar a los bancos, que para producir riqueza. Si no incluimos un requisito básico de finanzas personales junto a los requisitos de lenguas, literatura, historia, ciencias, los profesionales del futuro no podrán contribuir de manera tan efectiva al bienestar de los ciudadanos.
Otro curso de preparación tan importante como la literatura o los conocimientos científicos básicos, igual que la matemática, lo es el curso de pensamiento crítico. Si uno no sabe pensar sobre el propio pensar, el país paga las consecuencias. 
Mis planteamientos fueron derrotados en los comités de currículo. Se dijo que no había necesidad de un curso particular o especial, que el pensamiento crítico se aprende como parte de los otros cursos básicos de literatura y ciencia. Es como decir que uno aprende a manejar las finanzas del hogar a través de los cursos de… ya usted sabe. Es como decir que no hay necesidad de los cursos de matemáticas, porque eso se aprende como parte de los cursos de ciencias y de literatura.
Es que el pensar no es natural, a diferencia del sexo. Por eso en el matrimonio no es tan frecuente un fracaso por culpa de la ignorancia en torno al sexo. Pero sí son frecuentes los divorcios por culpa de no saber pensar, ni dialogar.

El país se beneficiará si los ciudadanos aprenden a pensar y a dialogar.

Mi propuesta en los comités fue derrotada también por la intervención de otros elementos, que algunos llamarían "políticos", pero no en el sentido de la política partidista, sino en el sentido de las tribus universitarias.

En un futuro espero reflexionar junto al lector sobre esa dinámica, que no es psicológica, de las dificultades que surgen entre los miembros de un comité. 

Está el chiste viejo de que un camello es el resultado de un comité que se propuso diseñar un caballo. 

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